Productores y productoras de Salta y Jujuy venden el cajón a 60 pesos. A los pocos kilómetros, ese cajón ya sale 300 o 400 pesos. Cómo funciona un sistema injusto. Y la alternativa para romper con una cadena que perjudica a productores y consumidores por igual.
¿En qué parte de la cadena se distorsiona todo? ¿Cómo puede explicarse que una fruta le cueste al consumidor 20 veces más que lo que la vende el productor? Esa pregunta –que suele abordarse superficialmente por algunos medios para explicar la escalada inflacionaria, o cada vez que una persona se acerca a una verdulería en la Argentina– puede responderse con ejemplos concretos que evidencien cómo funciona el sistema.
Darío conoce cómo funciona porque integra el primer eslabón de la cadena. Es productor de bananas en Orán, Salta, y todos los días, desde la madrugada, entra al monte para cosechar y llenar los cajones que más tarde vende a 70 pesos. Ese mismo cajón, a 15 kilómetros de distancia, en el mercado de Orán, los intermediarios lo venden a 300 pesos. Y a 100 kilómetros, en el mercado de Ledesma, Jujuy, lo venden a 400 pesos.
COMPARATIVA DE PRECIO PRODUCTOR / CONSUMIDOR
Darío conoce cómo funciona porque integra el primer eslabón de la cadena. Es productor de bananas en Orán, Salta, y todos los días, desde la madrugada, entra al monte para cosechar y llenar los cajones que más tarde vende a 70 pesos. Ese mismo cajón, a 15 kilómetros de distancia, en el mercado de Orán, los intermediarios lo venden a 300 pesos. Y a 100 kilómetros, en el mercado de Ledesma, Jujuy, lo venden a 400 pesos.
Los cajones contienen entre 22 y 24 kilos de bananas. En una cuenta simple, la injusticia toma forma de número: las productoras y productores de banana de Salta y Jujuy venden el kilo a 3 pesos, cuando en todas las verdulerías del país, el kilo oscila entre los 40 y 55 pesos. Diez, quince y hasta veinte veces más caro.
“El precio es nuestro mayor problema, sin dudas”, remarca Alicia, una de las delegadas de la UTT en Jujuy. La importación de bananas de Brasil y Ecuador que el Gobierno nacional habilitó de manera irrestricta es otro de los factores que atentan contra la producción y el precio, tanto del productor como del consumidor.
Pero además de la problemática de los valores, también están las condiciones de trabajo que, por las particularidades de la zona, deben afrontar los trabajadores y trabajadoras. “Nos tenemos que arriesgar a que nos piquen víboras, a ir a la selva. Hay compañeros de muy bajos recursos que arriesgan su vida para producir la banana, el maracuyá o la palta. Por eso necesitamos revalorizar nuestro trabajo”, piden.
“¿Cómo podemos hacer para mostrar nuestros problemas?”, se preguntaron hace un tiempo. “Hagamos un bananazo”, respondió una compañera, y todos la apoyaron.
Luego de ese encuentro, para visibilizar esta situación e intentar mejorarla, productores y productoras vienen realizando feriazos en diferentes ciudades del norte argentino, donde regalan o venden a precios simbólicos bananas, paltas o limones.
“Vienen muchos medios zonales, nos hacen entrevistas. La gente se interesa por lo que nos pasa. Es muy emocionante”, cuenta Alicia. Y eso también dio resultados.

Como el sistema actual no favorece ni a los que producen ni a los que consumen la banana, la UTT se propuso modificarlo. ¿Cómo? Generando cadenas cortas de comercialización. Así, suprimiendo algunos eslabones, los que se benefician son los dos vértices de la cadena: el productor vende mejor y el consumidor compra más barato. «Mejoramos 100% el precio del productor», cuenta Juan Pablo, a cargo de la comercialización nacional de la UTT. Y da un ejemplo concreto: el cajón de bananas se compra a 185 pesos a los productores de Orán (el mismo que vendían a 60); y luego, en los mercados de la UTT, el kilo se vende a 30 pesos por menor, y a 18 pesos por mayor. Una buena manera de combatir la inflación. Y de mejorar las condiciones de las personas que producen la fruta.